París negro y música, 1950-2000
Esta serie de playlists musicales explora la riqueza y la diversidad de las músicas negras en París entre 1950 y 2000. Del jazz al pop, del blues al zouk, pasando por el gwoka, el funk, el hip-hop, la soul, la salsa, el mbalax, la rumba, la música electrónica y el reggae... Casi todos los grandes músicos y músicas negros han tocado en París, ya fuera de paso o instalados temporalmente —rara vez de manera duradera. La capital francesa se revela como una tierra de confluencias, donde las tradiciones musicales se cruzan y se reinventan al ritmo de los encuentros.
Cuatro selecciones de 3 horas cada una invitan a la exploración
- la primera recorre todos los estilos y épocas;
- las tres siguientes están dedicadas respectivamente a músicos y músicas del Caribe, de África y de Estados Unidos.
Esta antología es un recorrido musical por el París negro, entre temas icónicos y tesoros ocultos. Desde el primer concierto de John Lee Hooker en París en 1962, hasta el auge de las músicas africanas en los años 80 (Toure Kunda, Mory Kanté…), desde los cabarets antillanos de los años 50 donde resuenan las voces de Moune de Rivel hasta los jazzistas afroamericanos que hacen vibrar la capital (Art Blakey, Quincy Jones, Miles Davis…), desde los ecos del free jazz de los años 70 (Archie Shepp, Art Ensemble of Chicago) hasta los destellos del hip-hop naciente, París es un escenario en perpetuo movimiento.
En 1962, John Lee Hooker electriza la ciudad. En 1978, Grace Jones convierte el Palace en su alhajero con La Vie en Rose. En 1988, Kassav incendia el Zénith con Le Grand Méchant Zouk, celebrado por Miles Davis y Youssou N’Dour. Manu Dibango, incansable mediador, tejió lazos entre África, el Caribe y el funk, colaborando tanto con músicos africanos como Ernesto Djedjé, Franklin Boukaka, como con artistas antillanos como Jacob Desvarieux, Jean-Claude Naimro o Claude Vamur, o con el colectivo Bisso na Bisso que fusiona rap y músicas africanas. En esa misma época, Public Enemy obtuvo un exito al Globo, y Lucien Revolucien hace resonar el hip-hop francés en Radio Nova, llegando a inspirar a A Tribe Called Quest.
Tantas historias y melodías que han dado forma a la banda sonora de las noches parisinas. Cada quien puede encontrar allí un recuerdo… o dejarse sorprender.
A partir de la posguerra, París es un cruce de caminos donde las músicas africanas se reinventan.
En los cabarets y salas míticas, generaciones de artistas del continente y de la diáspora han tejido una banda sonora musical, vibrante, entre arraigo y modernidad. En 1952, los Ballets Africains de Keïta Fodéba encienden el Théâtre de l’Étoile. Más tarde, Tabu Ley Rochereau se convierte en el primer africano en tocar en el Olympia, mientras que el Hipódromo de París acoge un concierto histórico de Fela Kuti.
Desde 1978, el festival Africa Fête, impulsado por Mamadou Konté, celebra esta efervescencia y reúne a Toure Kunda, Salif Keita, Youssou N’Dour o Kassav. En 1989, Africolor ofrece una continuidad y difunde los sonidos de África Occidental. Los años 80 marcan una explosión musical: Emma de Toure Kunda, Yéké Yéké de Mory Kanté o Brigadier Sabari de Alpha Blondy resuenan mucho más allá de París. Al mismo tiempo, la soukouss hace vibrar a las comunidades afrodescendientes con Papa Wemba, Zaiko Langa Langa o Koffi Olomidé.
París también es el terreno de experimentaciones: Boni Bikaye y Hector Zazou fusionan afrobeat y new wave, Black Mic Mac populariza el groove de las discotecas africanas, y Manu Dibango crea puentes entre continentes.
Desde el compromiso de Miriam Makeba hasta la energía de Amadou & Mariam, esta selección celebra la increíble diversidad de una ciudad donde las músicas africanas nunca han dejado de reinventarse.
Los músicos antillanos siempre han tocado en París.
En los años 50, numerosos locales antillanos animaban la capital: La Boule Blanche, L’Élan Noir, Le Caraïbe, La Cabane Cubaine, La Canne à Sucre o el Bal Blomet (entonces llamado Bal Nègre). Poco a poco, dieron paso a discotecas como Le Mambo, el Rex Club o Le Galion en las afueras. Las radios, como Radio Nova, Africa N°1 o Média Tropical, transmitian la música caribeña.
París recibio a todos los grandes nombres de la música antillana. Artistas como Eugène Mona y Max Cilla, profundamente arraigados en sus tradiciones, ofrecieron conciertos inolvidables, como el de Mona en La Mutualité, descrito por Le Monde como una «estrella del mundo negro».
Desde el principio, la biguine se impuso con Eugène Delouche, Moune de Rivel, Ernest Léardée o Gérard La Viny. En los años 70, el gwoka renace (Mona, Ti Céleste, Cilla), tocando para la comunidad antillana que crecio con la creación del programa de inmigración BUMIDOM en 1963.
Las influencias latinoamericanas (salsa, merengue, boogaloo) también influyeron la escena musical, impulsadas por Henri Guedon, Marius Cultier, Les Vikings o La Perfecta. Luego, Kassav revolucionó el sonido antillano integrando sonoridades africanas y funk, creando el zouk, que alcanzó un éxito mundial. En el año 2000, organizaron el Grand Méchant Zouk en el escenario el Zénith de París.
Por último, jazzistas como Patrice Caratini, Richard Raux o Louis Xavier enriquecieron la escena musical parisina.
Esta selección, no exhaustiva, da testimonio de la contribución esencial de los artistas antillanos a la escena músical en París.
Esta selección ilustra la presencia de músicos afroamericanos en París entre 1950 y 2000. Casi todos los grandes nombres del jazz, el blues, el soul y el funk tocaron en la ciudad, y algunos dejaron una huella imborrable.
Sellos parisinos como BYG (free jazz), Black & Blue (blues, jazz), Barclay (jazz) y Saravah (jazz brasileño, free jazz) grabaron a estos artistas, testimonio de esa efervescencia musical.
Desde 1945, Saint-Germain-des-Prés se convierte en un epicentro del jazz, acogiendo a Quincy Jones, Miles Davis, Bud Powell, Erroll Garner y Charlie Parker en las salas o «antros» míticos como el Club Saint-Germain, Le Tabou, la cave du Vieux Colombier o el Caveau de la Huchette. La colección Jazz in Paris documenta perfectamente esta época.
La selección contiene los géneros: el soul con Ray Charles, Nancy Holloway (T’en va pas comme ça), Terry Callier y Nina Simone (Ne me quitte pas); el blues con Luther Allison, Roy Gaines, Memphis Slim, T-Bone Walker; el free jazz con Sun Ra, Dewey Redman, Don Cherry y el Art Ensemble of Chicago (Je suis un sauvage, cantado por Alfred Panou, precursor del slam); y por supuesto, el jazz con Miles Davis (Ascenseur pour l’échafaud), Quincy Jones, Erroll Garner, Sam Price, Mary Lou Williams, Sidney Bechet (¡quien vendía más discos que Edith Piaf!), Count Basie, Louis Armstrong (La Vie en rose), Don Byas (Laura), Art Blakey (Les Liaisons dangereuses), Ahmad Jamal (legendario concierto de 1971) e incluso Henri Salvador, crooner de voz aterciopelada.
Todos estos títulos conforman un recorrido por 50 años de jazz parisino, que no pretende ser exhaustivo y asume con orgullo su subjetividad entre clásicos, originalidades y curiosidades.
MansA Heritage
MansA Heritage es el eje de programación de MansA – Maison des Mondes Africains, dedicado a los testimonios, patrimonios y archivos vivos de las culturas africanas y afro-diaspóricas. A través de eventos que exploran la memoria de las comunidades afrodescendientes, sus relatos y expresiones artísticas, MansA Heritage pone en valor los legados culturales que dan forma al presente y alimentan la creación contemporánea.