Vera Molnár

Sus obras, desarrolladas en torno a 1947 desde una perspectiva constructivista y enriquecidas por el conocimiento de la psicología de la forma y de las leyes de la visión, se convirtieron en cuestionamientos plásticos de la óptica. Molnár, que primero trabajó en la cibernética y después en la informática, desarrolló en los años sesenta un modo de producción que denominó «machine imaginaire», para convertirse posteriormente en la primera artista de Francia (1968) en producir dibujos digitales utilizando un ordenador conectado a un plóter. Hasta mediados de la década de 1990, se dedicó a la exploración sistemática de familias formales cuyas mutaciones escenificaba, privilegiando normalmente la repetición y la serialidad. Hasta la actualidad, la artista siguió produciendo obras que combinaban paradójicamente la maestría y la libertad, la pericia y el deseo de sorprender. 

La exposición comienza con los primeros dibujos de Vera Molnár, Arbres et collines géométriques (1946), que, incluso antes de que se trasladara a París en 1947, ofrecen una perspectiva esencializada de paisajes familiares. La década de 1950 se evoca mediante composiciones que sitúan plenamente a la artista en la corriente de la abstracción geométrica de posguerra (Cercles et demi-cercles, 1953, Museo de Grenoble; Quatre éléments distribués au hasard, 1959). 

Tras producir pinturas de gran radicalidad (Icône, 1964; Neuf carrés rouges, 1966), Molnár comenzó sus series de dibujos algorítmicos que, con el título À la recherche de Paul Klee, anticipaban su uso del ordenador. 
En la década de 1970, varias series de dibujos, esta vez realizados en un plóter, demostraron su gusto por la introducción de un cierto porcentaje de desorden en composiciones geométricas sencillas (Déambulation entre ordre et chaos, 1975; 160 carrés poussés à bout, 1976; Des lignes, pas des carrés, 1976; Molnaroglyphes, 1977-1978). 

La década de 1980 se caracteriza, en particular, por la aparición en la obra de Vera Molnár de sus primeros polípticos (Transformation, 1983), de los que el Centre Pompidou posee varios ejemplos destacados (Identiques mais différents, 2010). Como testimonio del largo aprendizaje que Vera Molnár hizo de la obra de Albrecht Dürer, Les Métamorphoses d'Albrecht (1994-2017) organizan en cuatro cuadros la transición progresiva del monograma de este último al suyo propio.  

En la exposición, no lejos de su Carré dévoyé (1999, Rennes, Museo de Bellas Artes), los visitantes también podrán descubrir por primera vez Perspective d'un trait (2014-2019), una escultura inédita de acero inoxidable y aluminio anodizado cuya percepción se transforma a medida que el espectador se desplaza. 

La obra fotográfica de Vera Molnár se expone en varias series (Etudes sur sable, 2009; Ombres sur carrelage, 2012; Par temps couvert, 2012), mientras que los veintidós volúmenes de su «Journal intime» se presentan en su totalidad. Estos sencillos cuadernos escolares, repletos de esquemas, fotografías y diversos documentos pegados a las páginas, son documentos únicos relacionados con la trayectoria de la artista y la génesis de muchas de sus obras. 

 
Por último, varias instalaciones in situ (OTTWW, 1981-2010, basada en un poema de Shelley; Trapèzes penchés à droite(180 %), 2009), incluida una muy reciente (La Vie en M, 2023), especialmente creada para la ocasión por Vera Molnár, demuestran su intención de sumergir a los visitantes en su universo.