Oskar Schlemmer, El hombre que baila

«La representación del ser humano será siempre la gran parábola del artista». Estas palabras de Oskar Schlemmer (1888-1943) resuenan en la exposición que el Centre Pompidou-Metz dedica al artista y coreógrafo alemán. Schlemmer, figura del arte del siglo XX que trabajó por la unificación de las concepciones humanísticas del Renacimiento y la energía innovadora de la vanguardia, revolucionó las artes escénicas, la danza y la performance en los años veinte.

El visitante puede descubrir las múltiples facetas de Oskar Schlemmer: desde el pintor hasta el bailarín, desde el coreógrafo hasta el teórico de la Bauhaus. Su obra gráfica y sus pinturas dialogan con las obras teatrales, mediante figuras y trajes, telones, máscaras, esculturas, carteles y documentos a veces inéditos, que muestran un pensamiento fértil en el que se entrecruzan las disciplinas artísticas. Tras la Primera Guerra Mundial, Schlemmer toma conciencia de la necesidad de replantear el lugar del ser humano, invadido por la técnica. Este periodo de eclosión de ideas teatrales de vanguardia está marcado por la elaboración del Ballet triádico. Esta danza, resultado de diez años de investigación, libre de reglas, surge del movimiento de unos trajes de colores. Cuando se estrena en 1922, en Stuttgart, Schlemmer viste uno de los trajes, el de La Abstracción, que encarna el «triunfo de la forma pura». Las figuras del Ballet triádico se van desplegando conforme progresan las secuencias de colores del espectáculo: desde el universo amarillo burlesco hasta la secuencia negra, mística y fantástica. En diálogo con sus figuras, el libro de bocetos Danza Figuras, documento de ochenta páginas con croquis y estudios previos, desvela la génesis de la obra manifiesto del artista.

«La historia del teatro es la historia de la transformación de la forma humana», escribe Schlemmer en 1925 en El hombre y la figura de arte. Sitúa el estudio del cuerpo en el centro de su reflexión artística y de sus enseñanzas en la Bauhaus, donde experimenta con la danza y la performance. Por aquel entonces, sus conferencias reflejan los debates que mueven esa escuela: una síntesis de las artes donde danza, música, arquitectura y pintura forman una simbiosis; la importancia del dominio de los materiales y de las técnicas; el lugar del ser humano en el espacio. Durante este periodo tan fecundo intenta «reinventar» el cuerpo, como cuando experimenta con la combinación de materiales o inventa formas de coreografía inéditas, como la Danza del metal y la Danza del vidrio. Más allá de la creación de un arte escénico moderno, Schlemmer ofrece, con ocasión de las fiestas organizadas en la Bauhaus antes de que los nazis la cerraran en 1933, momentos de júbilo y cohesión donde se expresa en su plenitud la fantasía artística de profesores y estudiantes. La exposición recupera el contacto con ese espíritu festivo y experimental, sobre todo a través de eventos conexos, para volver a recorrer la obra de este genial creador.