Farid Belkahia

Con estos trabajos Farid Belkahia adquirirá el lugar esencial que ahora ocupa en la historia del arte de las últimas décadas. La exposición concede también un lugar importante a las obras sobre papel, esta práctica diaria a través de la cual el artista da rienda suelta a su creatividad y sus posibilidades plásticas. El Centre Pompidou continúa así su colaboración con el trabajo de escritura de la historia de las modernidades no occidentales.

En 1959, Farid Belkahia sabía ya que no representaría la pintura marroquí de la Segunda Escuela de París. Decide entonces dejar Francia, país donde estaba estudiando, y marcharse a Praga a estudiar escenografía. Allí su expresionismo se desprende de lo que todavía tiene de tradición pictórica occidental. En Praga produce sus primeras obras maestras.

La segunda parte de la exposición comienza en 1962, cuando Farid Belkahia vuelve a Marruecos como director de la Escuela de Bellas Artes de Casablanca. Con la ayuda de algunas personalidades, transforma radicalmente la enseñanza esforzándose por reconectar la modernidad artística con las tradiciones vernáculas y los oficios ancestrales que el colonialismo había catalogado, no sin condescendencia, como prácticas folclóricas insignificantes. Durante este periodo nace la Escuela de Casablanca, movimiento impulsado entre otros por Farid Belkahia y considerado desde entonces como una de las manifestaciones cardinales de la modernidad poscolonial.

En 1963, un año después de su nombramiento como director de la Escuela de Bellas Artes, Farid Belkahia da un giro decisivo a su obra: el uso del cobre. Una elección que confirma su ruptura con la pintura occidental: «He optado deliberadamente por la elección de un material profundamente enraizado con la tradición artesanal de Marruecos». En 1975, cuando deja la dirección de la Escuela, Farid Belkahia profundiza aún más este anclaje de su obra en la tradición artesanal, sustituyendo el cobre por la piel de cabra.

Las generosas contribuciones y los préstamos del Mathaf de Doha y de la Fundación Farid Belkahia de Marrakech permiten mostrar al público un amplio conjunto de obras y destacar a uno de los fundadores históricos de la modernidad árabe.