Empire, de Andy Warhol, un cine invisible

Desde su rodaje hace sesenta años, Empire ha sido una de las películas más famosas del artista, una superproducción metafísica de la que a menudo solo se muestra una imagen. Paradójicamente, la propia película permanece invisible.

Esta invisibilidad se debe principalmente a la monumentalidad de la película. Como gran parte del cine de Warhol, la película pone a prueba el espectador y establece una particular relación con el tiempo. Demasiado larga, demasiado simple, demasiado obvia, Empire es una película que todo el mundo cree conocer sin ni siquiera haberla visto. Pero al reconstruir la circulación de la película en el transcurso de su investigación, Nicolas Giraud se pregunta si su presencia fantasmal no es el resultado de una estrategia precisa, un medio de definir en el corazón de la modernidad una economía singular de lo visible.

De esta economía de lo visible, la sesión conserva finalmente un tercer motivo. Durante años, aunque la película contaba con diez bobinas, solo se proyectaba una de ellas, la única que se consideraba que había sobrevivido. Este fragmento o tráiler de una película inalcanzable en su totalidad, fue precisamente lo que adquirió el Centre Pompidou a principios de los años 1990, antes de que se descubriera el negativo original en 1992.