Gonflés à bloc - Pumped up

A principios del siglo XX, las innovaciones en materiales plásticos invadieron rápidamente los ámbitos de la ingeniería aeroespacial y militar, desde los globos meteorológicos hasta los dirigibles, desde los puentes hasta los refugios hinchables. El aire, aunque inmaterial, se convirtió en un material de construcción. Esta exposición le transportará al ambiente de los años 60 y 70 a través de las piezas de los creadores europeos procedentes de la colección del Musée national d’art moderne, de los conjuntos documentales y de los vídeos.

En arquitectura, se abrió una reflexión sobre los nuevos modos de vida, donde el hombre está cada vez más en movimiento, donde los edificios pueden ser desplazados y donde la ciudad se desarrolla solventando las limitaciones del entorno. El grupo Archigram imaginó ciudades hechas de estructuras hinchables, en las que el hombre transportaba su celda a su alrededor. Klaus Pinter creó nuevas celdas habitables por encima de la ciudad histórica.

El mobiliario neumático formaba parte de esta concepción de un hábitat continuamente transformable. Quasar concibió casas donde todo era hinchable. El grupo A.J.S. Aérolande, formado por tres estudiantes, Jean Aubert, Jean-Paul Jungmann y Antoine Stinco, se dio a conocer por la producción de elementos hinchables que podían ensamblarse y crear mobiliario modulable. Para su diploma en 1967, los jóvenes arquitectos presentaron por primera vez proyectos arquitecturales hinchables. El año siguiente, les encomendaron la organización de una exposición dedicada a las estructuras hinchables en el Musée d’art moderne de la Ville de Paris. Esta exposición hizo historia al presentar todas las aplicaciones de las técnicas neumáticas y de las intervenciones a veces más artísticas, como las de Bernard Quentin, que introdujo sus estructuras hinchables como elementos vivientes dentro del paisaje. Haus-Rucker-Co, Graham Stevens o Hans Hollein invadieron el espacio público con sus happenings y propusieron unas instalaciones inmersivas. Entre arquitectura y artes plásticas, los entornos espaciales y los objetos hinchables experimentaban la posible interacción entre el hombre y su entorno, después de que la membrana de plástico se convirtiera en una extensión de su cuerpo.

El aire abrió nuevos horizontes de posibilidades; ligeros, transportables, rápidamente montables o desmontables, los hinchables encarnaron el triunfo de los nuevos valores de la contracultura surgidos de 1968, como el movimiento y lo efímero. En las playas de Ibiza, en 1971, con motivo del Congreso Internacional de las Sociedades de Diseño Industrial, miles de estudiantes de los más diversos horizontes aunaron su ingeniosidad para fabricar, con mil quinientos metros de tela plástica, un par de tijeras y unas grapadoras, un hábitat hinchable que bautizaron Instant City. Durante un mes, el aire abrió las fronteras de una España aún cerrada por el franquismo.