Exposición
Prehistoria: un enigma moderno
8 may - 16 sep 2019

El evento ha terminado

¡Viaje a lo largo de una historia de miradas y fascinación, en compañía de iconos prehistóricos, modernos y contemporáneos! Del Mamut de la Madeleine a Dove Allouche, pasando por Louise Bourgeois, esta singular exposición pone el foco sobre las conexiones entre la prehistoria y el arte moderno y contemporáneo.
A lo largo de un itinerario cronológico, descubrirá cómo la magia de los orígenes ha cautivado a los artistas y la sociedad en la era moderna, seducidos por la visión onírica que en el pasado existía de la historia. Esta auténtica máquina de agitar el tiempo no ha dejado de perfilar los horizontes mentales de la modernidad y de proporcionar modelos concretos para todo tipo de experimentaciones.

Presentación por los comisarios de la exposición
Con esta original exposición, el Centre Pompidou pone el foco sobre el vínculo existente entre la prehistoria y el arte moderno y contemporáneo. A lo largo de un itinerario cronológico, el visitante descubrirá la fascinación por los orígenes que han sentido los artistas y las sociedades de la modernidad, rendidos a una visión idealizada de aquello que había antes de la historia. Esta completa selección de más de trescientas obras acompañadas de documentos, algunas de ellas especialmente creadas para la ocasión, muestra cómo el arte prehistórico no solo se ha erigido en objeto de fascinación, sino también en un modelo concreto para la experimentación de toda índole. Junto a icónicas obras prehistóricas como la Venus de Lespugue y el Mamut de la Madeleine pueden admirarse creaciones de artistas modernos imprescindibles, como Louise Bourgeois, Paul Cézanne o Marguerite Duras, o artistas contemporáneos como Dove Allouche, Pierre Huyghe o Giuseppe Penone. Este vasto corpus se acompaña igualmente de películas y libros como Parque Jurásico o En busca del fuego, que ilustran la difusión de la prehistoria en la cultura popular.
La prehistoria es una idea moderna: el propio término no queda definido definitivamente hasta la década de 1860. La realidad correspondiente se construye progresivamente a lo largo del siglo XIX, como un bloque imposible de disociar de descubrimientos, reflexiones y fantasías. Podemos distinguir tres grandes etapas. La primera es la toma de consciencia de la gran antigüedad de la vida en la Tierra con la entrada del siglo XIX, gracias al análisis de los fósiles. La segunda tiene lugar en la década de 1860, cuando se tiene conocimiento de una prehistoria humana, tanto desde el punto de vista de la especie como de la aparición de las técnicas y las artes. Por último, la tercera etapa corresponde al reconocimiento específico del arte parietal en los albores del siglo XX, que hizo de las cuevas con arte rupestre del paleolítico superior auténticos santuarios de nuestro imaginario. En el siglo XX, el impacto de este amplio conjunto de imágenes, hipótesis y especulaciones sobre la cultura colectiva y sobre la creación individual es inmenso. No es solo el arte prehistórico (o lo que así se denomina) el que ha supuesto una profunda transformación de nuestras representaciones, sino la idea de prehistoria como tal de manera más general. La puesta de manifiesto de una Tierra sin seres humanos, seguida de un lento proceso de hominización, nos sugiere, por paralelismo, la posibilidad de extinción de la humanidad. El paso de las sociedades nómadas de cazadores-recolectores (el paleolítico) a sociedades más sedentarias de agricultores-ganaderos (el neolítico) suscita reflexiones relacionadas con el poder del ser humano sobre su entorno, que nos llevan hasta la era industrial.
Avivada por los descubrimientos arqueológicos, pero lejos de ser simplemente su reflejo, esta idea común de prehistoria va más allá de su estricta definición científica, centrada en el surgimiento de la humanidad hasta la invención de la escritura. Es esta una idea que modela los horizontes mentales de la modernidad, donde funciona como una potente máquina de remover el tiempo. En ella se engloban, entre otros, los cambios geológicos, los comienzos de la vida, las especies extintas, los primeros homínidos, las culturas desaparecidas del paleolítico y la revolución neolítica. También a través de ella se ejercen fuerzas cuya fecundidad bebe
de sus mismas contradicciones: la necesidad de deconstrucción y de refundación, el deseo de salir de la historia y el de una total inmersión en ella, los llamamientos a la revolución y los sentimientos de pánico apocalíptico. Tras Cézanne, infinidad de artistas se han sentido profundamente fascinados por el tema, a través de una atracción concreta, continua y en constante renovación por unos orígenes imaginados: Jean Arp, Giorgio De Chirico, Max Ernst, Alberto Giacometti, Paul Klee, Joan Miró o Pablo Picasso, como también Joseph Beuys, Louise Bourgeois, Jean Dubuffet, Marguerite Duras, Barbara Hepworth, Yves Klein o Robert Smithson y, entre nuestros coetáneos, Dove Allouche, Miquel Barceló, Tacita Dean, Marguerite Humeau, Pierre Huyghe, Giuseppe Penone, etc.
Las resonancias contemporáneas de los principales enclaves prehistóricos (empezando por las cuevas donde se ha hallado arte rupestre, desde Lascaux hasta Mas-d’Azil o Chauvet-Pont-d’Arc) o la formación de una iconografía prehistórica desde el siglo XIX al XXI ya han dado lugar a diversas exposiciones, en la estela de las dos manifestaciones precursoras: la 1937 del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York y la de 1948 del Institute of Contemporary Arts de Londres. Sin embargo, hasta ahora, la invención de la idea de prehistoria y sus efectos sobre el arte moderno y contemporáneo no habían sido objeto de una exposición sintética. El «primitivismo» tal como se presentó en la exposición del MoMA de 1984, que luego ha sido constantemente debatido, no incluía la prehistoria, la cual se distingue de este de una manera fundamental. Y es que, para el mundo occidental moderno, lo «primitivo» generalmente se asocia a culturas específicas, la mayoría de las veces consideradas exóticas; la cuestión de la temporalidad presenta a este respecto un cariz secundario con respecto a la alteridad geográfica y cultural. En cambio, la prehistoria se presenta ante todo como una duración de extensión indefinida y, por lo mismo, como algo profundamente indescifrable (ya se trate de la naturaleza o de las primeras culturas humanas). La indistinción de su contenido es, paradójicamente, lo que la hace fascinante: el sentimiento primordial que en ella se afirma es el del abismo temporal, lo que supone un cambio radical de nuestro sueño de controlar un tiempo lineal, tal como pretendía el historicismo del siglo XIX. Esto es también lo que nos lleva a circunscribir la prehistoria en una dimensión universal: volver la mirada a la prehistoria es desear aprehender sus estructuras, funciones, gestos y procesos simbólicos comunes, reinventándolos constantemente al mismo tiempo, a falta de documentos lo suficientemente claros como para interpretarlos. Por ello, la exposición «Prehistoria: un enigma moderno» prioriza un enfoque cultural lo más amplio posible en el que a la creación moderna y contemporánea se asocian obras prehistóricas emblemáticas y documentos que permiten rastrear la progresiva invención de esta idea de prehistoria.
Se trata de un itinerario cronológico que comienza con un preámbulo que nos retrotrae a los albores del siglo XX (Paul Cézanne, Odilon Redon). Cézanne revela en el paisaje las huellas de movimientos antehistóricos que transforman radicalmente su percepción. El suelo cobra vida y en él se disuelven las figuras humanas. Durante los mismos años, sintiendo el «peso del fondo del tiempo», Odilon Redon dibuja las formas alucinatorias de su serie Los orígenes, a medio camino entre Darwin y Pascal. El itinerario prosigue con un bloque central que va de la década de 1930 (Max Ernst, Alberto Giacometti, Joan Miró, Pablo Picasso, entre otros) a los años 80 (con Joseph Beuys, Louise Bourgeois, Lucio Fontana, Robert Morris, A. R. Penck, Robert Smithson), para concluir con un bloque contemporáneo (Dove Allouche, Jennifer Allora y Guillermo Calzadilla, Carl Andre, Andrea Branzi, Jake y Dinos Chapman, Tacita Dean, Jean-Pascal Flavien, Dov Ganchrow, Michael Heizer, Marguerite Humeau, Pierre Huyghe, Christian Jaccard, Christian Kerez, Bertrand Lavier, Richard Long, Wim Wenders...).
Dentro de esta progresión, la reflexión y la mirada se dirigen a diversos temas: el espesor del tiempo, la Tierra sin seres humanos, imaginada antes y después de la historia, las relaciones entre humanidad y animalidad («Hombres y animales»), la cuestión del cuerpo y de la técnica («Gestos y herramientas»), la fantasía en torno a la caverna y su realidad arqueológica, las diferentes visiones de la revolución neolítica («Neolíticos») y, finalmente, la inspiración contemporánea, entre juegos apocalípticos y retos ecológicos («Presentes prehistóricos»). En el arte actual existen temas recurrentes, a veces con una continuidad con las generaciones anteriores (el espesor del tiempo, salvar las distancias temporales, el silencio de las interpretaciones), mientras que otros son a veces específicos de la crisis antropológica en la que nos vemos inmersos, en la redefinición dramática de nuestra relación con la Tierra, con la técnica y con el mundo vegetal, animal y humano. El interés por descubrir territorios desconocidos del pensamiento y de la vida se construye a partir de y con la idea de este territorio desconocido que es estructuralmente la prehistoria.
El conjunto está jalonado por la presentación de testigos prehistóricos de excepción: fósiles, esculturas y gravados paleolíticos (como la Venus de Lespugue o el Mamut de la Madeleine), útiles de piedra tallada o pulida y figuras neolíticas antropomorfas.
Finalmente, se desarrolla un hilo cultural en paralelo que ilustra la progresiva formación de las interpretaciones de la prehistoria y su difusión popular: planos de excavaciones e investigaciones, novelas «prehistóricas» y películas de culto sobre esta mitología de los orígenes, como El mundo perdido (1925) o King Kong (1933).
Source :
Cécile Debray, directora del Musée de l’Orangerie
Rémi Labrusse, profesor de Historia del Arte, Universidad de París Nanterre
Maria Stavrinaki, profesora titular de Historia del Arte, Universidad de París I Panteón-Sorbona
Comisarios de la exposición
In Code couleur n°34, mayo-agosto 2019, p. 6-11
Dónde
Galerie 1
Quando
8 mai 2019 - 16 sept. 2019 de 11h à 21h ou de 11h à 23h
Socios